Existe un horizonte en las islas que va más allá de Puerto Argentino. Las afueras son los "camps", allí donde el lenguaje quedó marcado en castellano.
Pensar en Malvinas es volver a la guerra. Esa mirada es inexorable y existirá por el resto de los tiempos para los corazones nacionales. Sin embargo, las islas fueron y son otro mundo que excede a las trincheras y las horas tristes.
Eludiendo expresamente esos pensamientos, es posible descubrir un día a día esforzado, de trajín y pacífico aún en la actividad.
Hay vida que se desarrolla intensamente y de modo mucho más cercano y afín que el que se imagina desde aquí.
El paralelo con la Patagonia es vibrante ni bien se hacen un par de kilómetros más allá de Puerto Argentino. La inmensidad es mayor de lo supuesto y la vida en los confines del archipiélago es mucha, aunque la concentración de la población esté en la capital.
Bastará pensar que existen más de 30 destinos internos a los que vuela FIGAS (Falkland Islands Government Air Service, www.fig.gov.fk/figas/), la línea aérea de cabotaje local, con frecuencia inusitada para el tamaño de las islas. Sin embargo, la actividad rural es febril, diversa y creciente tanto en uno como en otro aspecto.
Lisa Lowe (63 años, octava generación en las islas) es, junto a su marido Adrian (68, irlandés, en las islas desde los '70) propietaria de la granja Murrel. "Manejamos alrededor de 3.000 ovejas, corridale y polworth mixture, destinadas solo para la producción de lana en 10.000 acres", cuenta.
Aunque la magnitud suena importante, Adrian autodefine su proyecto como "localmente una pequeña granja -. Mi esposa, que desde hace algunos años produce leche para nuestras propias necesidades, fabrica mantequilla para hacer los pasteles y galletas caseros que ofrecemos a los pasajeros que visitan las cabañas de café en las colonias de pingüinos". Se trata de las únicas tortas y galletas de Malvinas hechas en un horno calentado por turba. Una delicatesen que no sólo es destinada a los turistas, sino que también Lisa vende a las granjas colegas.
Sumado al ejercicio sabio de manejar las temporadas y los climas. Cuando el buen tiempo llega, los Lowe se embarcan en su proyecto Kidney Cove Tours (http://www.kidneycove.com) que, además de hacer turismo rural en su propia estancia, realiza excursiones en tanto reparten la leche y la manteca para los más de 80 albergues existentes en las islas.
Llegan a ellas unos 60.000 turistas al año, la mayor parte en los cruceros que hacen escala diurna en el puerto.
Comer en casa
La distancia y la situación política exigió autoabastecimiento a los granjeros, tanto para sí como para la comunidad de las islas. Es por ello que la actividad agrícola, ganadera e ictícola es intensa.
Alex Olmedo, chileno, es chef. Comenzó su estancia visitando las islas y poco a poco se quedó. Es propietario de sitio vip del centro: The Waterfront Boutique Hotel (http://www.waterfronthotel.co.fk), que, además posee un servicio de comidas todo el día en el Kitchen Cafe (http://www.waterfronthotel.co.fk/kitchen-cafe1.html). "Armé un servicio y una carta inspirándome en los productos locales, aquellos que vienen de los camps y que nos permiten haber generado una personalidad propia. Hemos trabajado en soledad para crear un mercado interno y lo hemos logrado. Aprendimos a administrar los recursos y hoy nos autoabastecemos".
En la mesa de Olmedo se sirven remolacha, queso de cabra, bacalao, bagre, tomate criollo, pollo, cordero, pavo y cerveza local... todo venido del campo de las islas. En tanto, en el Malvina House Hotel (http://www.malvinahousehotel.com), el más antiguo del archipiélago, gambas, calamares, tocino, chorizo, brócoli, coliflor, espinaca y zanahorias, todos ingredientes de producción isleña.
Lee Molkenbuhr maneja la granja Johnson's Harbor (http://www.volunteerpoint.co.fk) con su esposa, Martha en Volunteer Point. Desciende de los primeros ingleses que llegaron en década de 1850. Su bisabuelo era irlandés. “Naufragó aquí y luego decidió establecerse", recuerda. Su padre compró parte de la granja Green Patch cuando se subdividió a fines de los ‘70. Luego de una beca en Australia, pasó otro tiempo en Reino Unido y Nueva Zelanda, Wyoming, Estados Unidos y Australia e Italia. Transformó la industria de la esquila en las Malvinas y representó a las islas en competencias internacionales. Ha formado equipos de esquiladores hoy profesionales.
Paul Phillips, maneja la granja Hope Cottage con su esposa Shula y su hija Bekka. Su familia trabaja en los camps desde 1876, y han sido agricultores desde entonces. Sus padres compraron el establecimiento Monte Kent en 1980 cuando las más grandes alrededor de las Islas se subdividieron dando, por primera vez a los isleños una oportunidad de ser propietarios. Así, las granjas familiares nacieron y comenzó una nueva era agrícola.
"En 1989 -cuenta- mis padres vendieron la propiedad de Monte Kent y compraron Hope Cottage Farm, un terreno mejor, más productivo, que nos brindó una oportunidad más seductora. Nosotros la compramos a ellos en 2009 y continuamos con muchos de los cambios que ellos ya habían comenzado".
Durante muchos años los camps dependieron de los ingresos dejados por la lana. "La compañía de carne de las Islas Malvinas (FIMCo, http://www.falklandsmeat.com) ha introducido el mayor cambio en la modernización de las granjas -explica-, abriendo oportunidades a la carne, además de a la explotación lanera".
La entidad paga calidad y peso, lo que incita a los productores a crecer en ambas variables con sus ejemplares. "Hemos apostado a la exportación a la Unión Europea", dice.
Hacia el mundo
Las tierras de cultivo se extienden a aproximadamente 1.140.000 hectáreas y alimentan a cerca de 500.000 ovejas y 5.000 cabezas de ganado.
Antes de 1979 había 36 granjas en las Islas. Sin embargo, como resultado de la política de aumentar el número de explotaciones locales a través de la subdivisión de algunas de las fincas agrarias más grandes, ahora hay 84 granjas.
La mayoría de ellas son unidades familiares con un tamaño promedio de 10.000 hectáreas con 6.400 ovejas cada una, varias de ellas abocadas a la producción orgánica.
Las estrictas leyes de bioseguridad implementadas para proteger la salud de los animales y un ecosistema frágil, han significado desafíos para la reproducción. Se mantiene un stock saludable con variación genética a partir del uso de la inseminación artificial extensa (IA) y del programa de transferencia de embriones (ET).
Christopher and Lindsey May son granjeros desde 1988. Administran una propiedad en George Island. "Inicialmente éramos productores de lana -cuenta Christopher-, pero desde la apertura del matadero Sand Bay hemos sido uno de los productores familiares más grandes que suministran ovejas y corderos" La carne ahora aporta aproximadamente el 35% de sus ingresos".
La producción de diddle-dee (una baya local) es una costumbre habitual en cada camp y se transformó en un souvenir ideal para los visitantes. Carol Wilkinson propone sus jabones nativos con fieltro (https://falklands.myshopify.com/collections/frontpage/products/carol-wilkinson-felted-soap-bars?variant=41501731783) en el Studio 53 (https://www.facebook.com/FI.Studio52/) de la fotógrafa Julie Halliday, donde se lucen las artesanías locales, también producidas en las afueras. La diversificación en el tipo de productos que llegan desde allí está en crecimiento.
Es curioso cómo la integración con tradiciones gauchescas resulta inevitable. Vivir en los camps de las islas, también es encontrarse con un vocabulario común: alpargatas, bicho, blanco, boca, boleadoras, bombachos, bombilla, bozal, guanaco, "wuacho", tropilla, tientos… son algunas pocas de las decenas de palabras que exponen en "Didldle De to Wire Gates" de Sally Blake, Jane Cameron y Joan Sruce, un impagable diccionario de los vocablos propios de la vida agraria en las islas.
En una augusta reunión con la naturaleza, los gauchos malvinenses aprendieron a domar el clima y a apreciar las posibilidades para convertirse en prósperos, aunque esforzados productores de su cotidiana realidad. Les falta el mate, pero sí tienen "palinkey" (palenque) donde rascarse, y lo vienen haciendo de maravillas.
Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello
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