La historia de la loza portuguesa tiene nombre propio: Rafael Bordallo Pinheiro, ceramista sí, pero también diseñador, decorador, ilustrador, periodista y caricaturista. Se le conoce sobre todo por sus lozas artísticas. Esta es la historia del creador de la identidad portuguesa (reivindicativa) en la mesa.
Platos en forma de repollo, sopera en una calabaza, cuencos que son tomates, hortalizas y vegetales trasformados en recipientes a los que asoma una rana o un lagarto. Los colores vivos y el relieve dan forma a una caricatura alimentaria que se ha hecho propiamente portuguesa.
Pero la intención de su creador iba más allá de la estética. Rafael Bordallo Pinheiro fue un artista prolífico e innovador que, durante la segunda mitad del siglo XIX, desarrolló su actividad en el periodismo, la decoración y la cerámica. En todas sus facetas destacó como agitador.
Tuvo una formación sólida. Combinó su afición al teatro con la Academia de Bellas Artes de Lisboa. Allí estudió diseño, arquitectura y dibujo. Llegó a exponer en el salón de la Sociedad Promotora, pero no buscaba una carrera oficial. Bordallo, inquieto, quería promover el cambio a través del humor.
Con veintiséis años comenzó su carrera periodística. Fundó publicaciones como A linterna mágica, Antonio Maria o A parodia, que se vieron acosadas por constantes conflictos con las autoridades y, en ocasiones, forzadas al cierre por la censura.
En todas ellas, atacó el orden político y social desde sus artículos e ilustraciones. Sus personajes Zé Puivhno y Maria Paciência encarnaron al pueblo portugués oprimido frente al sacristán, al policía o al sacerdote que toma tabaco. En el Album das Glórias caricaturizó a personajes célebres y autoridades y, en una de sus series, representó a la política portuguesa como una cerda monstruosa y al mundo financiero como un gran perro hambriento.
El escritor Eça de Queirós, con el que mantenía una estrecha amistad, afirmó: “Muchas veces la risa es una salvación. En política, al menos es una opinión".
En paralelo a su actividad en la prensa, Bordallo fue uno de los renovadores de las artes aplicadas en Portugal. Formó parte del Grupo do Leão, que reunió a artistas y escultores que luchaban contra el academicismo. Rafael proponía una fusión de la tradición portuguesa con el art nouveau, que triunfaba en Europa a finales del siglo XIX.
Su oportunidad llegó de la mano de su hermano Feliciano, que le propuso hacerse cargo de la dirección artística de la fábrica de cerámica de Caldas da Rainha, cerca de Lisboa. Bordallo llevó a cabo un viaje de formación técnica que le llevó a Inglaterra, Francia y Bélgica. En la Exposición Universal de París de 1889, marcada por la construcción de la torre Eiffel, decoró el pabellón portugués. Su éxito fue rotundo. Ganó una medalla de oro y el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor.
La intervención se basó en el recubrimiento de azulejos. Su estilo partía de estilos históricos, como el manuelino o el mudéjar, que reinterpretaba en clave modernista. Así, sus motivos vegetales y animales remiten a símbolos culturales que, mediante el esmalte, el color y la técnica adoptan nuevas formas.
En su proyecto para la decoración de la Tabacaria Monaco, que aún se puede ver en la plaza del Rossio, cubrió los muros con azulejos en los que las ranas fuman y leen el periódico entre garzas y nenúfares.
El artista dejó cientos de moldes de cerámica en la fábrica de Caldas da Raihna. Estos incluyen piezas de exhibición, como la jarra Beethoven, de dos metros y medio de altura, pero también pequeñas figuras que representan a los personajes que pueblan sus caricaturas.
Es probable que su clientela, la pujante burguesía de fin de siglo, no captase el espíritu crítico que Bordallo proyectaba en sus obras. Existía una tradición naturalista en la loza europea que daba a salseras o soperas la forma de piezas de caza o animales. Pero nunca se había trasladado la huerta a la mesa.
En sus vajillas Bordallo partió de los productos que se podían encontrar en las casas más humildes: coles, rábanos, un pescado o un repollo. Que estos alimentos básicos se transformasen en servicios de mesa en los banquetes de la burguesía lisboeta era una ironía en sí misma. El éxito de su propuesta se debió a la afición surgida en la época por lo pintoresco y lo sorprendente. El propio contraste que Bordallo empleaba como crítica fue asimilado desde la excentricidad y el juego.
En 1916 abrió sus puertas en Lisboa el Museo Bordallo Pinheiro, dedicado a la figura del artista. Tras su muerte, su hijo Manuel Gustavo mantuvo el legado familiar, que pasó a ser gestionado por los trabajadores en régimen de cooperativa. La crisis de 2008 llevó a la compra del grupo Vista Alegre, que ha mantenido el espíritu naturalista e irónico de su fundador.
Esta alianza ha proporcionado un nuevo vigor a la producción, como muestra la colección fruto del trabajo entre Bordallo Pinheiro y la ONG brasileña Ecoarts Amazônia. Cada pieza ha sido desarrollada a partir de especímenes de la flora amazónica. Una parte de los ingresos serán destinados a la reforestación del área de Mato Grosso, mediante la plantación de árboles frutales autóctonos en pueblos, zonas rurales y aldeas indígenas de la región.
El nuevo impulso tiene como símbolo la sardina, una de las obras icónicas del legado artístico de Bordallo, que se ha reinterpretado en una colección de 80 piezas. En este proyecto han participado artistas e ilustradores españoles como Abe the Ape, Guille García-Hoz, Gonzalo Muiño, Agatha Ruiz de la Prada y Andrea Zarraluqui.
Las sardinas son también protagonistas en el centro de mesa Surf, ideado por la artista Joana Vasconcelos. Estas, ordenadas en círculo como en un musical acuático de la época dorada Hollywood, sirven de tabla de surf a ranas dispuestas a romper las olas. Es probable que esta pieza manifieste, más que ninguna otra de las nuevas incorporaciones a la colección, el corrosivo humor de Bordallo.
"Un mix perfecto entre funcionalidad y diseño". Así describe Zara Home las piezas de esta emblemática fábrica de loza portuguesa, con la cual realizaron conjuntamente una colección de ocho piezas (platos, boles, ensaladera, sopera y fuentes de servir) con forma de tomates y repollos, en blanco, verde y rojo, para poner a la venta en sus tiendas.
En el S.XIX, Bordallo Pinheiro trasladó a la loza la fina ironía de sus caricaturas. Sus vajillas de hortalizas, frutas y hojas han pasado de la cocina de la abuela, a las casas trendy.
Por: Bea Call Contenidos. / @beacallcontenidos / m.me/BeaCallcontenidos
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