Este 2021, Chanel y Dior han coincidido al terminar sus respectivos desfiles de Alta Costura con dos novias montadas a lomos de un caballo blanco. Celine lo ha incluido en su colección masculina de otoño. Más allá de la belleza propia del caballo, representa mucho más…
En la íntima boda que ideó Virginie Viard para presentar la última colección de Alta Costura de Chanel, la novia llegaba montada como una amazona, cerrando el desfile. En las fotos de la propuesta de Dior, Maria Grazia Chiuri también había incluido el elemento equino que se repetía varias veces, incluido el último look: una novia, vistiendo un diseño de silueta imperio, subida de la misma forma a lomos de un caballo blanco. En los dos casos, el argumento era diferente: por un lado, Viard confesaba cómo se había inspirado en los trajes de montar de la región francesa de Camargue. En el contexto de Dior, Chiuri exploraba la vertiente más fantástica del animal. Es la otra cara de la moneda de los directores creativos que han pasado por la maison: si John Galliano exaltó la imagen de la amazona varias veces sobre la pasarela (como en el 2000 o el monográfico que le dedicó en la Alta Costura de primavera de 2010), a la diseñadora italiana le tira más su cariz místico. Un ingrediente idílico para remarcar una colección que ahonda en el lado más supersticioso de Christian Dior, con el tarot más antiguo del mundo como inspiración. Si el castillo toscano de Sammezzano creaba la atmósfera mágica que la historia necesitaba, la figura del equino no se quedaba atrás: un caballo blanco, reiterado hasta la saciedad en diferentes mitologías, que acompañaba a distintas figuras, como lo hace en algunos de los arcanos del tarot. Tampoco podemos olvidarnos que fue así como se estrenó Chiuri al frente de la Alta Costura de Dior: para su primera colección para la maison, la diseñadora organizó un baile de máscaras en el Museo de Rodin, de noche, con tiradoras de cartas y con caballos blancos que, si bien no aludían al tarot, sí lo hacían a la mística del unicornio.
El mismo carácter mítico le ha dado Celine a su colección masculina de otoño 2020, a la hora de escalar la figura del caballero medieval. Hedi Slimane evoca un “Nouveau romantique”, cargado de esa estética historicista que vira hacia lo gótico, en el que los modelos también se han subido a lomos de un caballo. Y así, tampoco falta la imagen de un caballo blanco en la estampa.
Mujer Amazona y empoderada.
En cuanto a la mujer, tradicionalmente la imagen de una amazona fascina, y mucho. No hablamos de su indumentaria, explorada una y otra vez sobre la pasarela. Nos referimos más bien al potente mensaje de su figura montando a caballo. Lo demostró Coco Chanel cuando cabalgaba a horcajadas vestida con piezas masculinas a comienzos de S. XX. Lo demostró Chiuri en el “Diorodeo” de la colección crucero 2019 de la maison, inspirado en las escaramuzas charras, montadas en caballos blancos. De México también eran las referencias del desfile ecuestre que presentó Frank Sorbier en 2020: para la primavera de Alta Costura, el diseñador se inspiró en María Félix, una colección en la que subió a su vez varios caballos a la pasarela.
Pero si hay un referente femenino montada a un caballo, es sin duda Lady Godiva. Mencionada constantemente en la cultura pop (en alusiones que van desde las canciones de Queen hasta las películas de Kim Novak), su imagen desnuda sobre una montura es un leitmotiv que ha inspirado fotografías de Emily Ratajkowski o Kendall Jenner.
La leyenda de Godiva, ha cobrado vida en colecciones como las de Givenchy: para la Alta Costura de otoño 1998, Alexander McQueen abrió el desfile con la modelo Esther de Jong subida a un caballo blanco andaluz, un poco en la línea de como hemos visto en Chanel o Dior. De una manera más explícita, la diseñadora rusa Alena Akhmadullina se inspiraba en Lady Godiva para su colección primavera de 2019. Una propuesta a la que no le faltó detalle, ni las modelos con la melena roja, ni la propia representación de Godiva en los vestidos, ni el caballo (de nuevo, blanco).
No es tanto el ideal de castidad, subrayado por su pudorosa melena y el color del caballo, sino su desnudo reivindicativo y su rebeldía, lo que atrae de esta figura medieval: “Ha pasado por demasiados tamices y ha terminado convertida en un icono remodelado bajo las ideas y estereotipos modernos”; comentaba Sandra Ferrera, autora de Mujeres silenciadas en la Edad Media. Como suele suceder en muchos casos en la historia, definir como feminista a Godiva es una etiqueta que esta periodista se negaba a usar: “No en el sentido que entenderíamos esta palabra como defensora de los derechos de las mujeres. De hecho, el reto de pasearse desnuda lo hizo para reclamar una mejor situación para los súbditos de su marido, fueran hombres o mujeres”, sostenía en ese mismo reportaje.
¿Puede entonces una imagen de una mujer a lomos de un caballo ser feminista? Cuando hablamos de Godiva, no tanto. Pero cuanto mencionamos otros referentes, la coyuntura resulta diferente. Concretamente, la adopción que hizo el movimiento sufragista de la indumentaria medieval (a caballo). Es sabido el simbolismo de la ropa blanca de las mujeres que encabezaban las protestas por los derechos de la mujer a comienzos de siglo XX. Lo que no es tan conocido, es que la ropa medieval se convirtió en la norma de los desfiles de las sufragistas norteamericanas a lo largo de toda la década de 1910, según contaba la profesora Mary Dockray-Miller “Estas representaciones de desfiles medievalistas permitieron a las defensoras del sufragio encarnar un activismo cuasi militar que era cronológicamente lo suficientemente distante como para ser percibido como inofensivo para los roles de género contemporáneos”, escribía esta experta en 2020.
El mayor ejemplo de esta representación fue la abogada Inez Milholland, que vestía como un heraldo cuando lideró el desfile por el sufragio femenino en Washington en 1913. Su capa, sus guantes, corona y melena al viento y su caballo blanco eran la representación medievalista del glamour que también definía el movimiento sufragista. Para estas mujeres, Juana de Arco era el epítome de esa militancia: “Para las sufragistas, Juana representó a una mujer joven, bella y pura que luchaba por la bondad y la virtud contra los hombres que buscaban oprimirla. En resumen, le atribuyeron sus propios motivos”, escribía Miller.
Aunque no de manera literal, la imagen de una mujer cabalgando enfundada en una armadura es un potente referente que ha llegado a la gala del MET gracias a Zendaya, y se ha personificado en las mujeres guerreras de McQueen (quien llamó ‘Joan’ a uno de sus desfiles, por Juana de Arco), o más recientemente, en las colecciones de Julien Dossena para Paco Rabanne.
El Caballo como símbolo de Libertad
Desde salvajes “cowboys” hasta elegantes jinetes, no faltaron las influencias de equitación en las pasarelas de las principales Semanas de la Moda. Los temas ecuestres fueron sutiles, pero impactantes.
A Caballo entre la Moda y la Cultura, tras las innumerables muestras de solidaridad de importantes firmas de lujo, Gucci presentó su ingeniosa campaña Primavera-Verano 2020 #OFCOURSEAHORSE. Creada por el director de “The Favorite” Yorgos Lanthimos y Christopher Simmonds, las imágenes muestran a caballos y modelos como protagonistas en paradójicos escenarios.
Los caballos, símbolo de libertad, fueron fotografiados en varios lugares de la Ciudad de los Ángeles: playas, estacionamientos, piscinas y aviones; así como en el lujoso hotel Chateau Marmont ubicado en 8221 Sunset Boulevard. Una libertad de auto expresión que transmite “el poder de la moda para romper la jaula de las reglas con la autodeterminación del estilo personal”, declaró Alessandro Michele.
Pocos símbolos en el mundo de la moda son tan reconocibles como la hebilla ecuestre de Gucci, el detalle de metal que ha adornado sus mocasines clásicos durante más de 60 años.
Todo comenzó con Guccio Gucci, el hijo de un comerciante italiano que se convirtió en el fundador de una de las marcas de moda más lujosas del mundo. Antes de comenzar su compañía de artículos de cuero en 1921, Gucci trabajó en el Savoy Hotel de Londres, donde se dio cuenta de la importancia, y el simbolismo, de los deportes ecuestres para los miembros de la aristocracia inglesa. Lo que le llevó a incluir, más tarde, elementos de carreras de caballos y polo a su marca.
Cuando el hijo de Gucci, Aldo, creó el original “loafer” (mocasín) de la firma en 1953, decidió incluir el mundo de los caballos en su diseño. Casi de inmediato, los zapatos y su simbólica hebilla ecuestre se convirtieron en elementos básicos del vestuario para la “jet set” internacional, incluidas la realeza europea y las celebridades de Hollywood.
El mocasín Gucci permaneció atemporal y sin cambios, un símbolo final de estilo clásico y sin esfuerzo, hasta 2015. Cuando el recién nombrado director creativo de la maison, Alessandro Michele, reinventó el caballo en varios innovadores diseños. El más notable fue el mocasín de “Princetown”, sin talón y forrado de piel se convirtió en un clásico objeto de culto al que acompañaron bolsos y otros accesorios decorados con la característica hebilla ecuestre.
Un caballo, cuya imagen también nos recuerda icónicos logotipos de notables firmas de moda. Fundada por Thierry Hermès como un taller de arneses en París, la icónica firma francesa también cuenta con un caballo en su característico logo. Un carruaje tirado por un caballo que pasó de producir guarniciones para abastecer a nobles europeos, a incursionar en la moda (siglo XX) con su primer bolso “Haut à Courroies”, creado para jinetes
En Burberry (1901), símbolo del lujo británico, un caballero inglés aparece montando un corcel como símbolo de nobleza, honor y protección (escudo). Referencia directa al tejido de gabardina impermeable inventado por su fundador, Thomas Burberry, que supuso un gran cambio en las pesadas prendas exteriores para permitir libertad de movimiento. Un “Equestrian Knight” inspirado en las armaduras de los siglos XIII y XIV exhibidos en la Wallace Collection, en Londres.
Presentado en 1974, el mítico logo de Ralph Lauren también presenta un caballo montado, en este caso inspirado en el polo. Un deporte elegido para transmitir el prestigio y el privilegio de la alta sociedad estadounidense, así como la orgullosa cultura tradicional norteamericana.
El clásico logotipo de la firma neoyorquina Coach 1941 se introdujo en 1962. Diseñado por Bonny Cashin, un famoso diseñador de moda y artista, presentaba la imagen de un caballo y un carruaje como símbolo de lujo, realeza y elegancia.
El caballo simboliza el lujo, no como poder adquisitivo, sino como libertad. El COVID 19, nos ha permitido saborear las restricciones que conlleva una pandemia, y redescubrir que no hay mayor lujo que la propia libertad para pensar y actuar de forma independiente. Hoy, más que nunca, debemos emular los caballos, y saltar los obstáculos.
En el momento en que debido a la pandemia sufrida se nos impuso el aislamiento social, la naturaleza renació con fuerza. Un hecho que no sólo se refleja en el descenso de la contaminación ambiental, sino en las imágenes de animales andando a sus anchas por desiertas ciudades debido a las cuarentenas impuestas. Consecuencia de ello, en el mundo de la moda, resurge el caballo como modelo de elegancia, nobleza y libertad.
Por: Bea Call Contenidos. / @beacallcontenidos / m.me/BeaCallcontenidos
PH: Vogue/ Getty Images/ Dior/ Chanel/ Gucci/ Shutterstock /Lancôme.
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